¿Hay algo más bonito que una relación sincera? ¿A caso no es eso lo que existe entre niñ@s y perros?
Por este motivo, investigadoras de la Universidad Rovira i Virgili, decidieron comprobar si l@s niñ@s que conviven con perros, desarrollan capacidades sociales y emocionales más complejas que los que no.
Para ello, analizaron el impacto en el desarrollo social y emocional de 120 niñ@s de entre 3 y 5 años que convivían con perros basándose en cuatro rasgos:
- Su interacción con los adultos.
- Su forma de expresar sus sentimientos
- Su autopercepción y su estima
- Su papel social entendido como la interacción entre iguales y la cooperación
La conclusión a la que llegaron es que la diferencia es abismal y que convivir con un perro incrementa el desarrollo social y emocional de l@s niñ@s ya que favorecen competencias y habilidades para la expresión de los sentimientos y la llamada “área de colaboración”.
Se analizó también la capacidad de relación entre niñ@s y adult@s, la expresión de los sentimientos, el autoconocimiento y la capacidad de interactuar y de colaborar.
Todos estos resultados fueron claros: los perros refuerzan la seguridad y autoconfianza de l@s niñ@s porque las mascotas no juzgan, ni se ríen de cómo hacen las cosas o de si se equivocan.
Existen otros beneficios asociados ya que los perros unen a la familia:
- Aportan cohesión y armonía mejorando la comunicación en el hogar: para cuidar a un perro se requiere consenso y cooperación en los cuidados que precisan.
- Son un revulsivo contra el aburrimiento: siempre están dispuestos a jugar.
- Fortalecen sus defensas: el contacto con mascotas hace que los niños se expongan a microorganismos que fortalecen sus defensas y disminuyen el número de casos de alergia y asma.
Las investigadoras apuntaron la importancia de realizar un seguimiento en el futuro de est@s niñ@s objeto de la investigación para analizar si las diferencias encontradas en estas edades tempranas se mantienen a lo largo de la niñez, la adolescencia e, incluso, en la edad adulta.